Me acuesto con una inevitable sonrisa en la cara. Está claro, ¿no? Es su culpa. Sólo él es capaz de causar este efecto en mí.
Pero cuidado, no es oro todo lo que reluce. Una sonrisa puede esconder muchas cosas.
Ésta, en concreto, esconde una felicidad que hacía tiempo que no sentía, mezclada con el miedo de no sentirla de nuevo en otro tanto. Esconde el dolor que traen los miles de recuerdos vividos, pero también el dolor de aquéllos que no llegaron a ocurrir. Esconde ese resquicio de esperanza de lo que podrá ser o no en el futuro.
Todos necesitamos a alguien que nos acompañe, ¿por qué iba a ser menos ésta sonrisa? En efecto, la acompaña una lágrima.
No es un "adios", es un "hasta pronto".
Lo sé, porque confío en él, confío en esto.
Le voy a echar de menos como a nada en este mundo. Voy a echar de menos todos los momentos que hemos compartido, desde las risas más inocentes provocadas por unas cosquillas, hasta los momentos más románticos con palabras susurradas al oído, pasando por esos momentos tan bonitos y emotivos que se rompen, ya sea por nuestras bromas o nuestro poco sentido del equilibrio. Pero eso es precisamente lo que nos hace especiales, lo que hace que estemos hechos el uno para el otro, que juntos somos nosotros mismos, somos tal para cual, somos tú y yo.
Ésta noche ha sido especial, la mires por donde la mires. Me encanta su risa. Me encanta cuando me abraza y apoya la cabeza en mi hombro quedándose sopa. Me encanta cuando su mirada me taladra gritándome que me quiere pero con miedo a pronunciarlo en voz alta. Me encanta cuando me aparte el flequillo y me lo pone detrás de la oreja y cuando aprieto los dientes se da cuenta de que se me ha enredado en el piercing y lo compensa con su cara de niño bueno. Me encanta cuando sus labios rozan los míos al hablar. Me encanta cuando me coge en brazos cual princesa. Me encanta cuando intentamos hablar seriamente y cuando nos queremos dar cuenta estamos tirados en el suelo riendo porque nos vamos del tema y acabamos haciendo el tonto, eso que tan bien se nos da a los dos.. Me encanta su olor y el de sus camisetas que me acompañan en tantas noches solitarias. Me encanta el olor a cerveza que desprende su aliento y que me incita a besarle. Me encantan esos suspiros de felicidad que se le escapan cuando estamos acurrucados. Me encanta cuando me da un beso en la frente dándome a entender lo mucho que se preocupa por mí y que le importo. Me encanta esa sonrisa pícara que asoma a sus labios cuando nos miramos expectantes a que el otro dé el siguiente paso.
Me encanta ÉL. En todas sus facetas. Por eso, nadie sabe lo mucho que le voy a extrañar en este lapso de tiempo...
Pero voy a aprovecharlo. Es mi momento, mi oportunidad de cambiar, de ser yo, pero de ser mejor. Quiera o no necesito a alguien, pero no volveré a cometer el error de depender de una persona.
Sin embargo, me he dado cuenta de que tengo a gente que ni por asomo merezco. Gente maravillosa que hacen de pilar, de mis cimientos, y que sin ellos no sé qué sería de mí. Tenemos nuestro más y nuestros menos, pero eso no impide que los quiera con locura. Me han enseñado que hay gente que merece la pena, que ellos merecen la pena, y que hay que confiar un poco más y malpensar un poco menos. Así que gracias por soportarme tantos llantos y rayadas, sois lo mejor (:
Es hora de demostrarme a mí misma y al mundo entero que yo no estoy a la sombra de nadie, que yo tengo luz propia y sé brillar. Así que, aunque no va a ser ni de lejos fácil sé que puedo hacerlo y que puede ser algo bueno para los dos. ¿El truco? Mantenerme tan tan ocupada que no tenga tiempo de pensar.
Y como no podía ser de otra manera el corazón se solidarizó con esa sonrisa y oprimiéndose un poco más debido al dolor, le envió cientos de lágrimas más para que la acompañaran.